He oído en las últimas horas, para mi sorpresa, a alguien decir por radio que no se puede ser totalmente transparente. Que un gobierno tiene que tener una alicuota parte de opacidad a fín de poder maniobrar. De haberle tenido delante: ¡Pues va a ser que no! Es la luz, precisamente, lo que hace que iluminando todo el tablero a la vez nos haga contemplar la partida y cada una de la posición de las fichas.
Desde la irrupción de Wikileacks, demostrando la verdadera naturaleza y razones por las que realmente se hacen las cosas, ya nada ha sido igual que antes. Hemos entrado en un nuevo estadio en el que es exigible saber y conocer, porque es imprescindible para actuar en consecuencia. Que Assange y su acción ha sido letal para el sistema lo evidencia la situación de acoso personal y persecución.
A estas alturas están claras las razones que hacen que estemos donde estamos. Gracias a la información, que ha pasado de ser controlada y con cuenta gotas, desde arriba hacia abajo, a ser transversal. Internet ha sido la invención de la rueda, o la de la imprenta, del momento que vivimos.
Y, sin embargo, junto a un sector mejor informado que nunca, se da la paradoja de que la mayor cuña social de población se nutre en exclusiva de medios audiovisuales, que siguen en pocas manos, controlados, y que deja entrever la realidad de lo que pasa si sse hace mediante fórmula humorística. Y no es la comedia, sino el drama, lo que se requiere.
Y aunque es cuestión de tiempo que los filtros informativos pierdan eficiencia, y las ideas terminen llegando a los desinformados, hemos de actuar cada uno de nosotros en nuestros entornos, cada vez que alguien de pie a ello y cuando no también, acelerando el proceso. Tal y como Rosa María hace con sus persistentes artículos.
Si el artículo es bueno, los comentaristas del mismo, están hoy a la altura.
Salud, amigos.
